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guia tratamiento mediático chemsex de Ong stop

Chemsex, sensacionalismo, desinformación y políticas públicas

Un tratamiento informativo ajustado a la realidad -que incluya de forma contexto sobre los factores de riesgo, testimonios directos y activistas- contribuye a un mejor abordaje de las situaciones problemáticas a partir de políticas públicas y comunitarias. La deshumanización actual provocada por el sensacionalismo perjudica a todo el mundo.

Vicent Canet. Publicado a Mèdia.cat el 8 de mayo de 2023.

El periodismo tiene una responsabilidad social. La información es un bien clave para la democracia puesto que solo una ciudadanía informada en un contexto de libertad de expresión, pluralismo y veracidad puede ejercer con plenitud sus derechos políticos. Pero la responsabilidad de los medios va más allá, la tienen en cómo se explican los hechos y en las repercusiones que esto tiene en la sociedad y en las relaciones sociales. Los medios generan la imagen que una sociedad tiene de sí misma, y esto puede crear o reforzar estigmas y discriminaciones contra determinados grupos sociales. Además, la información dada puede favorecer o perjudicar el desarrollo de políticas públicas y el abordaje de determinadas problemáticas sociales.

Todo esto afecta y se produce con la información sobre el fenómeno del chemsex explicado en demasiadas ocasiones desde el sensacionalismo, la desinformación y el señalamiento al colectivo de hombres gais y bisexuales a partir de una perspectiva moralista, de la sexofobia y de la estigmatización. Para cambiar esta situación se ha desarrollado La Guía del tratamiento mediático del chemsex, que recientemente ha hecho pública la ONG Stop, que trabaja por la salud sexual del colectivo LGBTI, pretende hace propuestas a tener en cuenta en el tratamiento informativo para mejorarlo.

El término chemsex hace referencia al consumo intencional de sustancias psicoactivas para tener sexo durante más tiempo (de horas a días) y para intensificar las sensaciones de placer. Esta nomenclatura se ha usado específicamente para referirse a hombres gais y bisexuales, pero es extensible también a otros colectivos como por ejemplo las mujeres trans y las personas no binarias o queer. En el contexto desinformativo de los medios se hace necesario aclarar que el uso de drogas para practicar sexo ni es nuevo, ni es exclusivo de los hombres gais: se dan entre los clientes de prostitución o en espacios de swingers o intercambio de parejas. Aun así, es verdad que el chemsex ha surgido específicamente en la subcultura gay en la primera década de los 2000 producto de la confluencia de una serie de factores: los modelos de masculinidades, la normatividad de los cuerpos, las violencias interseccionales, las apps de contactos y la necesidad de desinhibición en el sexo en un colectivo en el cual la homofobia aún puede generar represión sexual. 

La homofobia latente y un 9% de usos problemáticos

Que el chemsex haya surgido en la subcultura gay no quiere decir que sea una práctica generalizada en el colectivo, solo participan de forma habitual un 9% de los hombres gais y bisexuales (Aguayo et al., 2021), pero sí que responde a factores específicos y propios de este colectivo. La falta de contexto y dimensionamiento correcto provoca que algunos medios aprovechan el fenómeno para estigmatizar el colectivo gay como analicé en el artículo El chemsex destapa la homofobia latente en algunos medios  (aparecido en Mèdia.cat 11 de junio de 2021). Al mismo tiempo, y como realidad poco visible, hay que destacar que, según estudios realizados por Stop, el chemsex no siempre tiene usos problemáticos. Una afirmación que se basa en la encuesta Homosalut 2021, en la que sólo un 9% ha reportado situaciones problemáticas producto de esta práctica.

La gestión personal y los factores contextuales son los que explican que pueda aparecer situaciones problemáticas en esta práctica. La homofobia o la serofobia, la situación de la propia salud mental, la precariedad económica, la falta de acceso al sistema sanitario, haber reportado antes consumos problemáticos de sustancias psicoactivas o la desinformación y las creencias falsas son elementos que generan vulnerabilidad frente al chemsex y pueden llevar a situaciones problemáticas.

Por eso desde las ONG que trabajan este tema, se insiste en la necesidad de los servicios de apoyo, pero también de dar información ajustada a la realidad y a las diferentes formas de experimentar esta práctica. “La información sensacionalista genera estigma cosa que dificulta el abordaje, la creación de recursos y la gestión en términos de políticas de salud pública”, dice literalmente la guía. En la misma, se menciona que el uso de estrategias eficaces como la PrEp o la vacunación, y no el sensacionalismo sobre el chemsex al que algunos medios señalan como responsable de la extensión del VIH, como forma de contenerla. Por otro lado, si bien las motivaciones para realizar esta práctica generan interés informativo en realidad en la gran mayoría de ocasiones tienen que ver, según Homosalut 2021, con la búsqueda de placer, de la intensificación de este o con la desinhibición sexual.

Sensacionalismo y estigmatización

Por la elaboración de la Guía del tratamiento mediático del chemsex de la ONG Stop, se han analizado algunas noticias cuyos titulares son claramente sensacionalistas cuando no estigmatizadores como por ejemplo “Un cóctel explosivo: las nueve drogas más consumidas en las maratones sexuales” , «Chemsex, otra epidemia sin control”  o “Chemsex: “Llegué a gastarme 1.500 euros en una noche” o “Qué es el chemsex: la práctica sexual detrás del brote de viruela del mono” , que entra en campaña política contra como el abordaje del chemsex que realizaba la Generalitat valenciana durante el gobierno progresista. Si bien algunos dirán que el periodismo no puede promover valores concretos y tiene que ser objetivo, en mi opinión el periodismo se tiene que comprometer con no ser fuente de generación o refuerzo de discriminaciones y tendría que promover valores democráticos como la igualdad, la empatía y la ayuda mutua.

En cuanto a las fuentes, en la guía se resalta que si bien se suelen citar fuentes de carácter médico no se incluyen habitualmente activistas o técnicos de las ONG que abordan la salud sexual del colectivo LGBTI, ni usuarios que hablan en primera persona. Cuando se hace, las declaraciones de activistas suelen quedar relegadas a un papel secundario, y, en el caso de los usuarios, se usan los testigos para hacer sensacionalismo como por ejemplo a la noticia “Chemsex: Llegué a gastarme 1.500 euros en una noche”, pero no para reflejar la pluralidad de experiencias.

Testigos personales y la deshumanización de los usuarios

La guía impulsada por la ONG Stop incluye testimonios de reacciones en noticias estigmatizadoras con el objetivo de fomentar la empatía social. Se trata de “rehumanizar” en la representación mediática al usuario para que pase de tener una connotación negativa como “adicto” o el “vicioso” a una persona que, sencillamente, explora los caminos del placer en los que se puede encontrar situaciones problemáticas y que, cuando eso pase, sepa que tiene servicios de apoyo para abordarlo. El documento cita un testimonio concreto: “Nos tratan como si fuésemos expresamente una especie de autodestrucción sin frenos (en su cosmovisión del vicio). Si sólo pones el foco en el riesgo, y te olvidas de los placeres, nunca entenderás el chemsex”. En la guía se destaca que la contextualización en los factores que contribuyen a los usos problemáticos son clave para combatir la estigmatización y la deshumanización.

En definitiva, un tratamiento informativo ajustado a la realidad -que incluya contexto sobre los factores de riesgo, testimonios directos y activistas- contribuye a un mejor abordaje de las situaciones problemáticas a partir de políticas públicas y comunitarias. A su vez, una vivencia no estigmatizante de aquellos que practican chemsex también facilitaría que cuando haya problemas acudan a los servicios de apoyo. La deshumanización actual provocada por el sensacionalismo perjudica a todo el mundo.

Stop

Stop fue creada por voluntarios y voluntarias LGTB+ en 1986 para dar respuesta a la pandemia del VIH/Sida y en solidaridad con las personas con VIH. Promovemos los derechos sexuales, facilitamos el empoderamiento en el cuidado de la salud sexual desde y para la comunidad LGTB+ y de mujeres trans y hombres que ejercen el trabajo sexual, a través del consejo asistido (counselling), de la prevención positiva y de la reducción de daños y riesgos. Ofrecemos diferentes servicios en respuesta a las necesidades expresadas por la comunidad, con el apoyo de un equipo de técnicos en salud sexual. Nuestros valores se basan en el reconocimiento de la autonomía de la persona y su carácter único dentro de la diversidad social; el compromiso, la cooperación, la solidaridad, la no discriminación, la justicia y la democracia.

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