«Amo a mi virus, me lo quedo a él y todo lo que ha ocurrido desde entonces. Cambié el miedo a que me rechacen por mi propio amor y él de mi gente. Con esas sonrisas y esas miradas es cómo enfrento el futuro ahora. Con mucho más amor que miedos. ¿Quién me va a querer teniendo VIH? ¡Pues yo!»
(English translation below)
1. SOY SEROPOSITIVO
Hay muchos motivos para escribir este post, muchos por lo que lo hago ahora. Voy a contaros los que puedo y me apetece contar de forma pública y el porque.
Sí, soy seropositivo, vivo con el virus del VIH. Ahora todos los que leáis esto vais a tener diferentes reacciones o emociones. No pretendo que me entendáis, respetéis o empaticéis, lo único que os pido es que leáis esto con el corazón abiertos, pues así lo voy a escribir yo.
Lo sé desde hace algunos años ya. Mi reacción inicial fue de un acojone tremendo. Yo sabía ya que era el VIH, sabía que no me iba a morir de esto y que con una pastilla al día mantendría el virus a raya pero tengo que confesaros que yo tenía una mochila cargadita de miedos que intentaba esconder dando una imagen de mucha seguridad, autoestima, vida social exitosa y demás que saltó por los aires el día que me dieron el diagnóstico. Me acojoné.
Me moría de pensar que se enteraran gente que yo no quisiera y ya no manejara yo esa información. Me daba pánico pensar que cada vez que intimara con alguien pensará que le iba a transmitir algo. Me acojonaba pensar que ya nadie iba a querer tener una relación estable conmigo. Me sentía culpable por haberlo pillado, joder, la culpa que sentía y cómo me castigaba a mi mismo… Autoestima tirado por los suelo y pisoteado por mi mismo. Tenía pavor de ponerme malo con cualquier otra cosa y que esto pudiera afectar. Me sentí vulnerable, miraba mi cuerpo y me decía “Que lo tienes de prestao, que esto no va a estar contigo toda la vida y te va a durar tanto como lo respetes y lo cuides”. Después venía la vergüenza, que no se enterara nadie nunca de nada pues esto iba a ser mi vergüenza y mi secreto para toda la vida. También pensaba en el proceso de adopción que había iniciado, me veía o escondiéndolo en la evaluación o siendo descartado por esto. Y ya miedos en forma de “¿y si?”: “tendré que tomar una pastilla cada día…¿Y si se me olvida?”, “Pues no voy a poder viajar…¿Y si me las quitan en el aeropuerto o estoy por ahí y las pierdo?”, “¿Y si se entera mi madre?”, “¿Y si se enteran en mi cole que van a pensar los padres de mi alumnos?”
Cada día me asaltaba un miedo diferente. Nunca sabía con que paranoia me iba a despertar. Tenía un ticket gratuito para la Casa del Terror y yo me iba metiendo cada vez en más habitaciones.
Poco a poco me fui acostumbrando. Fui tolerando mis miedos y conviviendo con ellos. Cada vez que se lo decía a alguien y tenía una reacción positiva cerraba una puerta de la Casa del Terror, pero cada vez que un tío me rechazaba por esto se volvían a abrir. Estaba claro, nadie me iba a sacar de allí, tenía que ser yo quien lo hiciera.
Cuando tienes 15 años (algunos cuando tienen 35, 55 o 75…) y sabes que eres gay puedes vivir algo parecido a esto que yo describo pero entonces empiezas a salir, a conocer gente como tu y te encuentras con una comunidad que te arropa y te acoge. Te haces tu grupito de amigos gays, empiezas a decírselo a la gente, ves que todo va bien y te sientes en casa cuando estás con gente como tu. Pero una de las mayores putadas de enterarte que tienes VIH es que esa comunidad en la que te sentías acogido puede ser la que más te rechace por miedo.
Entonces empecé a buscar gente como yo, otra vez, de este nuevo e inesperado yo. Di con algunas webs donde conocer otros seropositivos, con asociaciones como Adhara / Sevilla Checkpoint, y todo empezó a cambiar…empecé a conocer a gente maravillosa e increíble que me acogieron con los brazos y el corazón abiertos, que me entendían y habían pasado por lo mismo que yo, que no me juzgaban (como yo aún lo hacía).
Empecé a entender que mi salud va a estar realmente bien. Que no tengo que sentir culpa, pues la mayoría de la gente se ha dejado llevar por la pasión en algún momento y ha metido la pata con más o menos consecuencias. Que iba a encontrar quien quisiera estar conmigo sin importarle el virus. Que con el tratamiento ya sabemos que la carga viral se suprime hasta estar INDETECTABLE y que esto supone que el virus sea INTRANSMISIBLE (sí, puedo hacerlo lo que quiera en la cama sin preservativo que no lo transmito al estar medicado).
Aún así tenía muchos miedos a ser rechazado, a que me miraran mal, a encontrarme con algún conocido en el hospital, a que se enteraran en mi trabajo…no sabía realmente cómo salir de ahí, cómo enfrentarme en mis treintas a otra salida del armario. Estaba atascado hasta que mi amiga Carmen me dijo “oye ¿Echamos para este programa para trabajar en EEUU? Imagínate, irnos a otro país, otra cultura y empezar una vida de cero”.
Yo era feliz en Sevilla, me sentía cómodo con mi mochilita de miedos, ya se me había hecho la espalda y alma pero la posibilidad de empezar de cero y dejar la mochila en España hizo que una lucecita brillara dentro de mí. Esa lucecita tenía voz y decía: “¿Y si este es el empujoncito que necesitas? ¿Y si empezando de cero viviendo con naturalidad con el VIH y no escondiéndolo te hace sentir mejor? ¿Y si realmente no eres tan feliz como crees ahora?”
Los “¿Y si?” pasaron de ser miedos a esperanzas. Me tiré a la piscina. Dejé todas las comodidades y me vine a América.
2. MIS HEROES, MIS MAYORES
Hace dos años llegué a América. El principio fue durísimo. Conseguir mi medicación fue una odisea. Las mismas pastillas que en España costaban 600 euros y cubre la Seguridad Social aquí costaban 2500 dólares y lo tenía que pagar yo a través de un complicadísimo sistema de seguros y copagos. A tres días estuve de quedarme sin pastillas y eso que me traje para tres meses. Para colmo tuve un par de malas experiencias con chicos al decir que era positivo. Pero yo no vine a pasarlo mal, vine a vivirlo con naturalidad a un sitio donde no perdía nada porque nadie me conocía.
Decidí ponerlo en Grindr y Tinder. Comencé a hablar con mis amigos españoles con naturalidad sobre el tema. Comenté con un amigo del coro mi problema con la medicación y me dijo “Yo también lo soy, te puedo echar una mano”. Y así fue pasando cada vez mas. Más personas me respondían con un “Yo también”, con naturalidad. Empecé a ver como en Grindr mucha gente lo pone directamente en el perfil. Empecé a ver a gente sin miedos, que hablaban de esto como un aspecto más de su vida sin más importancia. Justo lo que yo quería.
Comencé a moverme en grupos LGTB y en concreto en tres grupos que marcaron por completo mi experiencia: mi coro, los Radical Faeries (Las Hadas Radicales) y un campamento para gente seropositiva. Todos ellos estaban formados en su mayoría por gente mayor que yo. En España no había tenido esta oportunidad. En estos grupos empecé a conocer a gente bastante mayor que yo y empecé a ponerle cara a esa lucha que había visto en documentales y películas: a Stonewall, a la epidemia del SIDA en San Francisco, a la lucha por conseguir medicamentos que no te matasen más que el VIH en si mismo, a gente que participó en estudios de nuevos medicamentos en los que murieron la mayoría de participantes, a otros que vieron a sus parejas morir, algunos incluso a dos…y no solo les he conocido si no que he compartido con ellos espacio donde cada uno hablaba su verdad y donde los demás escuchaban sin juzgar. Muchos de ellos se convirtieron en amigos y algunos incluso en hermanos.
He conocido un concepto que no sabía que existía. El survivor shame. Es un síndrome que sufren aquellos que han sobrevivido al VIH tras enterrar a la mayoría de sus amigos. Se preguntan por que ellos no murieron y se sienten culpables por ello. Es algo parecido a lo que sufren los veteranos de guerra. Realmente así fue, pero el enemigo lo llevábamos dentro y no había armas para combatirlo.
Como sabéis, he viajado mucho y he estado en contacto con muchas comunidades indígenas de diferentes lugares. Todas tienen algo en común: El respeto hacia sus mayores. Les escuchan, les honran, les aprecian y aprenden de ellos. Sin embargo en la comunidad LGTB les ignoramos. Las nuevas generaciones nos hemos olvidado de ellos. En ocasiones incluso los despreciamos y nos preguntamos “¿Qué hará este aquí?” si vemos a un señor de 60 años en una discoteca de ambiente.
Me he dado cuenta de lo importante que es mirar al pasado y ver de dónde venimos, por que tenemos los derechos que tenemos hoy y gracias a quien. No tenemos el matrimonio homosexual gracias a Obama o Zapatero. Lo tenemos gracias a esas personas que fueron valientes de verdad. La gente a la que echaban de sus casas o sus trabajos por decir que eran gays en los 70 o los 80. A los que protestaban en la calle aunque la policía les partiera la cara. A los que la dictadura franquista metía en la cárcel. A todos los que murieron por el SIDA o los que dieron su vida en los estudios de nuevos medicamentos. A los que iban a enterrar a sus amigos mientras que nosotros íbamos a los cumpleaños de los nuestros. Si yo hoy tengo la libertad de decir que soy gay y vivir tranquilo es gracia a esos gays, lesbianas y trans que salieron del armario cuando suponía poner tu vida en riesgo. Son héroes de carne y hueso; Su superpoder era el de transformar odio en amor. Vencieron y merecen saberlo.
Ahora pregunto a cualquier gay, lesbiana o trans menor de 40 años ¿Cuántas veces te has plantado delante de uno de nuestros mayores, le has tomado la mano y le has dicho GRACIAS mirándole a los ojos? Ellos lo necesitan y nosotros también. Nuestra comunidad tiene muchísimas heridas que sanar aún. Muchos de nuestros mayores viven con un dolor inmenso y nos necesitan.
Este es uno de los motivos por los que salgo del armario del VIH. En honor a nuestros mayores. Por honrar la memoria de los que no están y por crear un poco de conciencia para que los que les queda poco sientan nuestro calor y agradecimiento.
La primera foto del lazo rojo en la isla era un altarcito que hice para rezar por todos ellos en mi último día en América. Desde aquí mi pequeño homenaje.
3. AMO MI VIH
Como ya he explicado antes mi primera reacción cuando supe que era seropositivo fue de terror. Experimente toda clase de miedos. pero hubo tres miedos primarios igual que los colores. Mezclando rojo, azul y amarillo consigues todos los demás. Esta fue mi paleta de colores:
Primero fue la vulnerabilidad (digamos, azul). Fui consciente de que mi cuerpo no durará para siempre y funcionará tan bien como yo lo trate. Puede parecer algo de cajón, y yo lo sabía pero no lo había experimentado. Tuve miedo real a la muerte o a la enfermedad por primera vez en mi vida. Miedo a tener un tratamiento que pudiera coartar mi libertad e impedirme viajar o que pudiera tener estragos en mi cuerpo.
Después vino la privacidad (amarillo). Iba al hospital prácticamente con gabardina, gafas de sol y gorra. Borre a muchos “amigos” de Facebook y quite todas las fotos donde se me viera la cara en redes sociales. No quería ir a sitios como Adhara o a reuniones de personas positivas por si veía a alguien conocido allí. De hecho en el hospital me he cruzado más de una vez con conocidos y cada uno mira para un lado haciendo como que no ha visto al otro.
Por último la miedo al rechazo (rojo). Si quisiera cambiar de trabajo lo iba a tener que esconder siempre. Quizás tampoco iba a encontrar compañeros de piso. Y sobretodo, me voy a quedar solo para toda la vida. Si me echo novio tendrá que ser positivo también para poder vivir sin miedo. Si yo no lo digo abiertamente mi posible novio tampoco lo dirá así que no nos encontraremos. En fin, me quedo solo para siempre. ¿Quién me va a querer teniendo VIH? Pasaba muchas noches llorando y pensando “¿Por qué a mi?”
De estos tres primarios venían otros muchos secundarios mezclando los anteriores y así la gama se hacía interminable…
Un dia alguien me dijo “Debes encontrar la forma de amar al virus” y me faltó poco para mandarle a tomar viento. Por poco borro de facebook a todos los que compartían mensajes espirituales con una foto de Gandhi de fondo tipo “Todo pasa por algo” o “de todo se puede sacar algo positivo”. Pero no lo hice, no os borre, teníais razón.
Con tiempo entendí que siempre habrá alguien que me rechace y esto es un motivo más. Entendí que lo importante es que yo me quiera a mi mismo, tenía que amarme a mi y todo lo que va conmigo. Eso incluye al virus. Si yo me amo a mi mismo el amor externo es opcional y por lo tanto no hay miedo a tenerlo o no. Empecé a meditar y a hacer un viaje a mi interior para conocerme y sanar las cositas que tuviera que sanar.
Entendí que mi cuerpo es de prestao y que debo cuidarlo. Hoy dia soy vegetariano e intento comer orgánico y con consciencia. Deje de fumar, de beber, de tomar cosas con azúcar y procesadas. Empecé a hacer deporte y ya no por ligar más (ya no necesito impresionar a los guapos y que me quieran para quererme yo) si no por salud y cambié las pesas por la esterilla de yoga.
Entendí que, si me aíslo, puedo perder la oportunidad de conectar con gente maravillosa. Para mi, el amor, tanto el propio como el ajeno, iban relacionado con lo que yo pudiera atraer sexualmente a otros o con el sexo en sí mismo. Pero empecé a entender que eso no era amor sino ego y el sexo era comidita para este. Empecé a abrirme a buscar otras formas de conectar con gente hablando de mi verdad y desde el corazón. Con humildad y entendiendo que todos tenemos nuestros miedos, todos tenemos nuestros dramas y sobre todo que todos necesitamos amor y que este se puede recibir de muchísimas formas. Lo que ocurrió desde que cambié esta forma de relacionarme solo lo puedo llamar MAGIA. El culmen de esto fue la primera publicación sobre el VIH.
En este tiempo he conocido a gente increíble que me ha enseñado tantas cosas que sería imposible escribirlas aquí. He recibido tanto amor de los hermanos y hermanas que he hecho en este camino que hasta me he encontrado llorando preguntándome “¿Por qué a mi? ¿Por qué tengo la suerte de recibir tanto amor?”.
A día de hoy puedo decir que si Dios se me presentara delante y me dijera que me puede curar del VIH pero tendría que olvidar todo lo que he aprendido gracias al virus, tengo claro lo que le diría: «Amo a mi virus, me lo quedo a él y todo lo que ha ocurrido desde entonces».
Cambié mi paleta de miedos por la sonrisa que tengo en la foto. Cambié el miedo a que me rechacen por mi propio amor y el de mi gente como el que refleja la mirada de mi hermanita del alma, Branka. Con esas sonrisas y esas miradas es como enfrento el futuro ahora. Con mucho más amor que miedos.
¿Quién me va a querer teniendo VIH? Pues yo
Photo Credit: Jethro Tanner
Antonio Hernández García
Perfil en Facebook: https://www.facebook.com/antoniojorl
ENGLISH VERSION
Translation, and way more by Navarre Elam
1. I´M HIV POSITIVE
There are many reasons to write this post, many why now. I´m gonna tell you what I want what I can and the reason why.
Yes, I am HIV positive, I live with the HIV virus. Now everyone who reads this is going to have different reactions or emotions. I don´t expect that you to understand me, respect or empathize with me, the only thing I ask is that you read this with your heart open, because that is how I am going to write.
It’s been a few years now since my diagnosis. My initial reaction was a tremendous fear. I already knew what HIV was, I knew it wasn´t going to kill me and that with one pill a day I would keep the virus at bay. But I have to confess that I had a backpack loaded with previous fears that I tried to hide by promoting a very secure image, good self-esteem, successful social life and others that would be destroyed the day they gave me the diagnosis. I was scared.
It killed to think that some people that I didn´t want to know would find out and I wouldn´t be the one controlling that information. It made me panic to think that every time I´d get intimat with someone he would think that I was going to transmit something to him. It scared me to think that nobody would want to have a stable relationship with me anymore. I felt guilty for getting the virus. The guilt I felt and how I punished myself was tremendous…my self-esteem lying on the ground and trampled by myself. I was afraid of getting sick with something else and that HIV could affect it. I felt vulnerable. I looked at my body and said «You have it on loan, your body will last as long as you respect it and take care of it». Then came the shame. Nobody would never know anything because this was going to be my shame and my secret for life. I also thought about the adoption process that I had started. I saw myself either hiding it in the evaluation or being rejected because of the HIV. And also fears in the form of «what if?»: «I’ll have to take a pill every day … What if I forget?», “I will not be able to travel…What if they take them from me at the airport or I’m somewhere remote and I lose them? «,» What if my mother finds out? «,» What if my school finds out? What are my students’ parents going to think? »
Each day I was assaulted by a different fear. I never knew with what paranoia I was going to wake up. I had a free ticket to the House of Terror and I was stumbling deeper into more rooms.
Day by day I got used to it. I was tolerating my fears and living with them. Every time I told someone and had a positive reaction, I closed a door of the House of Terror, but every time a guy rejected me because of this, they would reopen. It was clear that nobody was going to get me out of there and it had to be me who did it.
When you are 15 years old (some at 35, 55 or even75) and you know that you are gay, you can experience something similar to what I have described but then you start going out, meeting people like you and you come across a community that embraces you and welcomes you. You find your gaggle of gays, you start coming out, you see that everything is going well and you feel at home when you are with people like you. But one of the suckiest things about find out that you have HIV is that the community in which you felt at home might be the one that rejects you the most out of fear.
Then I started looking for people like me, again, that represented this new and unexpected self. I came across some websites where I knew other HIV positive people, with organizations like Adhara, and everything started to change … I started meeting wonderful and amazing people who welcomed me with open arms and hearts, who understood me and had gone through the same thing that I did, that did not judge me (as I still did).
I started to understand that my health will be ok. That I do not have to feel guilty because most people have been taking over by passion at some point and have screwed up with more or less consequences. I was going to find those who wanted to be with me without caring about the virus. That we already know that with medication the viral load is suppressed does making it UNDETECTABLE and UNSTRANSMISIBLE. Yes, I can do what I want in bed without a condom and not transmitting it.
Still I had many fears of rejection, of people looking at me badly, of coming across an acquaintance in the hospital or of coworkers finding out. I did not really know how to get out of there, how to face in my thirties coming out of another closet. I was stuck until my friend Carmen told me «Hey, shall we apply for this program to work in the US? Imagine, go to another country, another culture and starting a life from scratch.»
I was happy in Seville; I felt comfortable with my backpack of fears. My back and soul were used to it but the possibility of starting from scratch and leaving the backpack in Spain made a little light shine inside me. That little light had a voice that said: «What if this is the push you need? What if starting from scratch living naturally with HIV and not hiding it makes you feel better? What if you really are not as happy as you think you are now?»
The «What if?» went from a pool of fear to a pool of hope. I threw myself in. I left all comforts and I came to America.
2. MY HEROS, MY ELDERS
Two years ago I arrived to America. The beginning was very hard—getting my medication was way more difficult that I expected. My medication cost 600 euros in Spain cost and was covered by the public health system. The same pills cost 2,500 dollars in America, and I could only get them covered through a complicated system of insurance and co-pays. I was about to run out of medication. I also had a couple of bad experiences with guys when I said I was positive. But I knew I did not come to America to feel self pity, I came to live with HIV with honesty in a place where I had nothing to lose because nobody knew me.
I decided to say it on Grindr and Tinder. I started talking with my Spanish friends naturally about it. I discussed my medication problem with a friend from choir and he said «I am too, I can help you out». This was happening more and more. More people answered me with «Me too», naturally. I started to see how many people on Grindr put it directly in their profiles. I began to see people without fears, who spoke of this as just one more aspect of their life. Just what I needed.
I started to get involved in LGBT groups and specifically in three groups that completely marked me forever; My chorus, Capital City Men’s Chorusthe Austin Radical Faeries and a camp for HIV-positive people. All of them were formed mostly by people older than me. In Spain I had not had this opportunity to socialize with people this age. In these groups I began to put faces to things I had seen in documentaries and films; The Stonewall riots, the AIDS epidemic in San Francisco, the struggle to get medicines that did not kill you more than HIV itself, to people who participated in studies of new medicines in which most of the participants died, to people that saw their partners die, some even two…and not only have I met them, but I shared with them a place where everyone spoke their truth and where others listened without judging. I became good friends, even brothers with some of them.
I have met a syndrome I did not know existed. The shame survivor. It is suffered by those who have survived HIV after burying most of their friends. They wonder why they did not die and feel guilty about it. It is something similar to what veterans suffer. It really was like a war, but the enemy was inside and there were no weapons to fight it.
As you know I have traveled a lot and I have been in contact with many indigenous communities from different places. They all have something in common: respect for their elders. They listen to them, they honor them, they appreciate them and they learn from them. However, in the LGTB community we ignore them. The new generations have forgotten about them. Sometimes we even look bad at them and ask ourselves «What is this one doing here?» If we see a 60-year-old man in a nightclub.
I have realized how important it is to look back and see where we come from, why we have the rights we have today and thanks to whom. We do not have equal marriage thanks to Obama or Zapatero. We have it thanks to amazing anonymous people. People that were kicked out of their homes or their jobs for saying they were gay in the 70s or 80s. Those who protested in the street even if the police broke their faces. Those who Franco, the spanish dictatorship, putted in jail. To all those who died of AIDS or those who gave their lives in the studies of new treatments. Those who were going to bury their friends while we went to our friend´s birthday parties. If today I have the freedom to say that I am gay and live in peace, thanks to those gays, lesbians and trans who came out of the closet when it meant putting your life at risk. They are fucking heros. They had the super power of turning hate to love. They won, and they deserve to know.
Now I ask any gay, lesbian or trans younger than 40. How many times have you stood in front of one of our elders, have you taken your hand and said THANK YOU looking at them in the eye? They need it and so do we. Our community has a lot of wounds to heal. Many of our elders live in enormous pain and need us. This is one of the reasons why I come out of the HIV closet. In honor of our elders. I want to honor the memory of those who are not here with us. I want to create a little conscience so that those who have little left feel
our warmth and gratitude.
The picture I posted yesterday of the red ribbon on the island was a small altar that I made to pray for all of them on my last day in America.
3. I LOVE MY HIV
As I explained before, my first reaction when I knew I was HIV positive was terror. I experienced all kinds of fears but there were three primary fears as well as there are three primary colors. Mixing red, blue and yellow you get all the others, right? Well, This was my color palette:
First was the vulnerability (let’s say, blue). I was aware that my body will not last forever and will work as well as I treat it. It may seem obvious, and I knew it but I had not experienced it. I had real fear of death or illness for the first time in my life. Afraid to have a treatment that could restrict my freedom and prevent me from traveling or that could have secondary effects on my body.
Then came the privacy (yellow). I used to go the HIV clinic almost with a cape, sunglasses and cap. I deleted many «friends» from Facebook and removed all the photos where my face was shown on social media. I did not want to go to any HIV organization or meetings of poz people in case I saw someone known there. In fact, in the hospital I have seen people I know and we pretended that we didn’t see each other.
Finally the fear of rejection (red). If I wanted to change jobs, I would always have to hide it. Maybe I wouldn’t find roommates anymore. And above all, I’m going to be left alone for the rest of my life. If I could ever have a boyfriend, he will also have to be positive so that he can live without fear. If I don’t say it openly, my potential boyfriend will not say it either, so we will not meet. Single and alone forever. Anyways, Who will want me if I have HIV? I spent many nights crying and thinking «Why me?»
From these three primary colours came many other secondaries mixing the previous and so the range was ndless …
One day Someone told me «You must find a way to love the virus» and I was close to telling him to fuck off. I almost deleted from facebook all those that shared spiritual messages with a photo of Gandhi on the background saying «Everything happens for a reason”. But I didn’t do it, I didn’t unfriend you. You were right.
With time I understood that there will always be someone who rejects me and the HIV is one more reason. I understood that the important thing is that I love myself, I had to love myself and everything that goes with me. That includes the virus. If I love myself, external love is optional and therefore there is no fear of having it or not. I began to meditate and look within to know myself and to heal the things that I had to heal.
I understood that my body is not gonna last forever and that I must take care of it. Nowadays I am a vegetarian and I try to eat organic and consciously. I stopped smoking, drinking, eating processed foods. I started to workout and no longer to impress others (I no longer need to impress the cute guys for them to love me so I can love myself) but for health purposes so I changed the weights for the yoga mat.
I understood that if I isolated myself I could lose the opportunity to connect with wonderful people. For me, love, both my own and from others was purely related to sexual attraction or whit sex itself. But I started to understand that this was not love but ego and sex was it’s food. I started to open up to find other ways to connect with people talking about my truth and from my heart. With humility and understanding that we all have our fears, we all have our dramas and above all that we all need love and that this can be received in many ways. What happened since I changed this way of relating to myself and others can only be called MAGIC. The peak of this was my first post about HIV.
In this time I have met incredible people who have taught me so many things that it would be impossible to write them here. I have received so much love from the brothers and sisters that I have made on this path that I have even found myself crying asking «Why me? Why am I so lucky to receive so much love? »
Today I can say that if God appeared to me and tells me that I can be cured of HIV but I would have to forget everything that I have learned thanks to the virus, I know what I would say: “I love my virus, I’ll keep it and everything that has happened since then”
I changed my palette of fears for the smile I have in the photo. I changed the fear of being rejected for my own love and the love of my people reflected in the eyes of my soul sister Branka. With that smile is how I face the future now, with much more love than fear.
Who will want me having HIV? Well, myself
Antonio Hernández García
(Facebook: https://www.facebook.com/antoniojorl)
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